El circo (The Circus, 1928) de Charles Chaplin.


El vagabundo Charlot (Charles Chaplin) huye de la policía, que lo persigue por un hurto que no ha cometido, y llega hasta un circo en donde, por accidente, acabará convirtiéndose en la estrella del espectáculo. Allí conoce a una joven (Merna Kennedy) que es maltratada por su padrastro (Al Ernest Garcia), el propietario de la compañía circense, de la que se enamora y a la que tratará de ayudar.


El circo es, probablemente, el filme más divertido de toda la filmografía chapliniana, además de constituir una nueva muestra de la sabiduría cinematográfica y vital de su autor.

Lo que hace verdaderamente grande al cine de Chaplin no es su técnica, obsoleta incluso para su época, sino el profundo valor humanístico que contienen cada una de las historias que nos cuenta. La simpleza y naturalidad con la que se exponen sus argumentos, así como la sencillez y sinceridad con la que se plantean las emociones y motivaciones de sus personajes, dotan a su obra de un carácter universal (por humano), y me atrevo a decir que inmortal, por lo que no dudo que sus películas seguirán viéndose, y disfrutándose, dentro de cien años.


En The Circus encontramos una ininterrumpida sucesión de gags desternillantes e inolvidables, como el que se da casi al principio del filme entre las barracas de feria, en donde Charlot, huyendo de la policía, acaba metiéndose en la casa de la risa ofreciendo una hilarante escena en la sala de los espejos. No resulta menos divertida la secuencia en la que nuestro protagonista se encierra sin querer en la jaula del león, o aquella otra, ya casi al final, en la que hace de improvisado funambulista mientras unos traviesos macacos le intentan quitar la ropa.


Pero no todo son risas en esta magnífica película, sino que, como en cualquier otro trabajo de su director, también hallamos momentos de poética tristeza. Y es que El circo no deja de ser una historia de desamor, en la que nuestro menesteroso héroe, perdedor donde los haya, acabará por renunciar a los dictados de su gran corazón en pos del bien común.

Mucho se hablado del final de la presente cinta, uno de los más hermosos y amargos jamás filmados por Chaplin. En él, el meditabundo vagabundo se queda solo en medio de un descampado mientras las carretas del circo se marchan con todos sus cachivaches para continuar la función en otra parte.


Se ha comentado de forma acertada que se trata de una metáfora del estado de incertidumbre en el que se encontraba el propio artista tras la llegada del cine sonoro. Personalmente me gustaría remarcar su carácter profético, puesto que un año después del estreno del filme, el Crack del 29 acabaría sumiendo en la depresión económica al mundo capitalista. En Europa, esa nefasta situación financiera sería una de las causas del ascenso del nazismo, con las fatales consecuencias que hoy todos conocemos. Era evidente que el mundo estaba cambiando, que ya nunca sería como antes. Quizá Chaplin, con su mirada perdida en ese trozo de lona en el que aparecía una estrella resquebrajada, nos estaba anunciando sin darse cuenta ese cambio; la llegada de una época de ilusiones rotas en la que ya no tendrían cabida los soñadores e idealistas.

3 comentarios:

  1. Hola Ricardo,

    No sé si es el largo más divertido, pero junto con “La quimera del oro”, es con el que más me reí, y creo que el desarrollarlo en un circo le aportó un escenario natural para los espectáculos cómicos donde desplegar sin límites todo su talento acumulado, aunque realmente nunca tuvo ningún problema en convertir cualquier localización convencional en una carpa y sacar gags geniales de las situaciones más inimaginables.

    Simplemente recordar las escenas que seleccionas me saca mi mejor sonrisa, yo siento debilidad por la del caballo y los platos, literalmente descacharrante.

    Encuentro muy interesante tu interpretación de la última escena del film, creo que una de las mejores cualidades de un buen cómico es saber captar las gracias que se desprenden de las situaciones más cotidianas, como también lo hizo Jacques Tati, aunque en el caso de “El circo” fue intuitivo también para las desgracias que habrían de venir. Sin duda un autor atento y sensible a la realidad y a los problemas de la sociedad de su tiempo, perceptible a lo largo de toda su obra y especialmente en “Tiempos modernos” o “El gran dictador”.

    El circo” se merecía un comentario, posiblemente uno mejor que este, uno a la altura de tu entrada, ante la que se quitaría el sombrero ese Charlot sencillo, humano y siempre agradecido.

    Un saludo.

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  2. Hola, txusfin
    Recuerdo pefectamente la secuencia del caballo que siempre sale corriendo tras Charlot, jeje, realmente muy divertida. Otra a la que no hice referencia en el comentario, pero que es graciosísima, es la de la prueba que le hacen al protagonista para formar parte del circo. Para reír y no parar...
    La interpretación que le doy a la última escena del filme es del todo libre y personal. Creo que, a veces, la obra de arte se escapa a las propias intenciones iniciales del artista. Aquí, vista desde hoy, me parece que Chaplin anticipó, sin darse cuenta, lo que en el mundo iba a acontecer. Es la ventaja que nos da el paso de los años, que nos permite realizar este tipo de lecturas.
    Gracias por pasarte por este rincón. Siempre es un placer leer tus comentarios.
    Un saludo.

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  3. Hola.
    Si me preguntaran...¿cuáles son para ti los 20 mejores directores de la historia del cine?, te aseguro que se me olvidaría Charles Chaplin.
    No he visto "El circo". He visto: "El chico", "La quimera del oro", "Luces de la ciudad", "Tiempos modernos" y "El gran dictador". Te aseguro que sólo con éstas ya me parece uno de los mayores creadores del séptimo arte.
    Con mis gustos cinéfilos veo con cierto gusto algunas de las películas del primer cine, pero por regla general las veo como arqueología (pq. hay que verlas), sin embargo, las películas de Chaplin las veo por placer, me tocan la fibra sensible. Recuerdo el final de "Luces de la ciudad", imposbile no llorar.
    Me viene a la cabeza escribiendo esto una entrevista a Fernán-Gómez sobre "El espíritu de la colmena", donde reconoce no comprender del todo el significado de la misma, pero le reconoce al director Victor Erice la maestría de haber hecho eso tal difícil de hacer poesía.
    Bueno pues eso es lo que creo que tienen las películas de Charles Chaplin y de ahí su pacto con el diablo.

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